Después de todo eso, lo borras, y piensas como lo has podido escribir, como teniendo cualquier otra idea estabas pensando en él, en él y en él, como lo has podido trasmitir que hablabas de esa persona sin nisiqueira nombrarla. Cierras el ordenador y te vas a dar una vuelta, cojiendo la chaqueta por si hace frio, si esa chaqueta que te pusiste cuando le diste un leve beso en la mejilla; y otra vez; caminando tranquilamente por la calle te sienta en un banco, sola, hace buen día y entonces, sacas tus cascos conectados al móvil y pones música, vaya esa música que te dijo él que escucharas.
Y por último desistes, ¿para qué evitarlo? Le describes mentalmente, sus labios, preciosos, su sonrisa, encantadora, sus ojos, adorables.
Cierras los ojos e imaginas tenerlo allí delante, tan solo para contemplarlo, más tarde abrazarlo y por último sentir sus labios sobre los tuyos.
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